HAMDI

Se llama Hamdi y es un poco gamberrete. Lo conocí este verano. Estaba de acogida en casa de un amigo. Se apunta a un bombardeo. Le da igual un concierto que una cena con elaboración de masa de pizza incluida. Una vez que se queda con tu cara te salta al cuello cada vez que te lo encuentras por la calle. Literalmente. Lo de saltarte al cuello digo. Este que acaba de terminar ha sido su últim
o verano aquí. Se volvió a su campamento, allá en el Sahara. Parece ser que hay un límite de estancias con el tema de las acogidas. Leyes. Una más. Hay tantas… Leyes digo. Más leyes que personas me parece. Aunque al final la mayoría no sirvan para nada. Las leyes. Que las personas sí que sirven. Servimos mejor dicho.
Ayer las lluvias se llevaron su casa. Esa casa de cerdito de cuento. De las que se desmoronan con un soplido del lobo. Ya veis. Lo que aquí sería una noticia en el telediario allí es una catástrofe. Lo que aquí sería un torrente arrastrando contenedores de basura allí es el acabóse. Y no estamos tan lejos. Pero a nosotros la casa nos la construyó el cerdito listo. Una vez más cuestión de nacer en el lugar equivocado.
Me gustaba Hamdi. Casi parecía indio, con esos ojos oscuros y un tanto rasgados. Sonreía a menudo y era un terremoto que no paraba quieto. Puro nervio. Y muy buen chico. No me lo imagino llorando. Ni mucho menos empuñando un arma. Que es lo que puede que tenga que acabar haciendo si llega ese fatídico momento en que lo único que le quede por perder sea la vida.

Mierda de mundo…

#SafeCreative Mina Cb

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