NUESTRAS ESTRELLAS DEL ROCK
Al hilo el fallecimiento casi simultáneo de Jorge Ilegal y Robe Iniesta me he dado cuenta de que tal vez seamos la primera generación está enterrando mitos musicales.
Me explico:
No negaré la importancia que Manolo Escobar, Antonio Molina o Lola Flores tuvieron para la generación de nuestros padres, pero sí que es cierto que, por las circunstancias políticas de la época, digamos que se dedicaron a construir con más o menos fortuna la banda sonora de una época que en lo creativo tenía más limitaciones que otra cosa. Y a ver… los cantautores hicieron bien lo suyo, pero lo que de verdad mueve pasiones, y eso lo saben todos los melómanos, es el rock and roll.
Y rockeros aquí teníamos más bien pocos. Y los que había debían contentarse con hablar a medias o interpretar a su modo los hits anglosajones que llegaban de fuera. Porque lo que realmente les hubiera gustado barrer a los Sírex no lo podían decir en su canción.
La muerte del dictador supuso la apertura de puertas de un concierto que aún hoy no ha terminado. Y como andábamos tan perdidos y tan anticuados, al caer los muros entró todo de golpe y aquellas canciones que hasta entonces tan sólo eran cuartillas encerradas en cajones salieron a la luz y se convirtieron en vinilos. Y llegó el rock and roll con mayúsculas, con sus historias de sexo duro y su denuncia social. Y con él los poetas urbanos que llenaban estadios a costa del eslogan de vivir deprisa y dejar un bonito cadáver.
Algunos lo cumplieron demasiado temprano, ya que el obituario de la música moderna se lleva nutriendo de leyendas desde el deceso de aquel Canito que provocó la organización del concierto donde se gestó la movida madrileña. Que nos podrá gustar más o menos como movimiento cultural, pero dejó por el camino talentos como el de Berlanga, Bonezzi, Vega, Urquijo... Claro que esos eran los poppis, los pijos, los que cantaban al amor y a la moda juvenil. Que por el otro lado te encontrabas el reverso tenebroso del punk, el heavy metal y otras tendencias lideradas por tipos poco recomendables para novios de la niña. Y ahí, en ese oscuro envés, es donde se fueron instalando algunos de los ideólogos de la juventud. Los macarras, los hippies, los malditos, los que decían con crudeza lo que los otros no se atrevían a decir. Los que escandalizaban a la Iglesia y hacían desaparecer programas de la televisión. Los que murieron en un rincón cualquier noche. Los que se mataron en una carretera. Los que fueron pasto de la fama y acabaron con su vida de una forma u otra.
Sin embargo, si el fallecimiento de Jorge Martínez supuso el martes la desaparición del último macarra, la inesperada partida de Robe Iniesta dejó a la juventud rebelde, esa que no acaba de serlo con el paso de los años y que todavía cree en la utopía de cambiar el mundo, con las manos vacías. Porque cuando un artista es capaz de alternar lo soez y los sublime en una misma letra raramente puede pasar inadvertido. Algo que le sucedía también al avilesino Martínez, de quien se dice que era un cordero disfrazado de lobo.
Sea como fuere, la desaparición de este par de personajes supone quizá la primera pérdida importante que ha sufrido el rock en nuestro país y que nos pone a la altura, por fin, de potencias musicales como Inglaterra o Estados Unidos, que llevan décadas llorando la partida de sus grandes artistas.
Triste pero esperanzador.
#SafeCreative Mina Cb
Cuentos, poemas, historias... Soy Inma y os propongo que hagamos un club de cuentistas. Con imaginación. Con ilusión. Con esperanza. Un club donde pasar el tiempo, donde evadirse... Donde jugar a ser otro.
martes, 16 de diciembre de 2025
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