YO DE MAYOR QUIERO TENER UNA BIG BAND
Conocí a José Ángel Lorente Parces a través de un amigo común que me lo recomendó para un proyecto en el que andaba pensando. Él acababa de volver a la Ribera tras un tiempo por los Madriles, creo (no lo recuerdo con exactitud) y llevaba todavía a cuestas ese halo cosmopolita que nimba a los músicos que creen que todo el monte es orégano y que, por tanto, en los pequeños núcleos es posible hacer lo mismo que en la capital. Estaba algo perdido en cuanto a lo laboral pero una cosa sí tenía clara, y era que lo suyo era el jazz y que tenía la pretensión de montar un aula y una banda aquí.
En Tudela.
“Y si las cosas van bien una big band.”
No recuerdo si me estaba tomando algo, pero de ser así en ese momento no tenía líquido en la boca porque me hubiese atragantado.
Un aula de jazz y una big band. En la Tudela de Toquero, mandahuevos.
Y me callé por no quitarle al mocete la ilusión y porque bueno, ya lo iría poniendo la situación cultural de la ciudad en su sitio. Porque a ver, el jazz por estos pagos no es una cosa que se lleve mucho. Y bueno, lo de la big band era, no sé, como pretender instalar la Torre Eiffel junto a la Puerta de la Mejana.
El caso es que el proyecto ese mío no salió adelante y ya no hablamos más. De vez en cuando recibía noticias suyas por el whatsapp cuando grababa un disco o cuando quería publicitar las clases que empezó a impartir. Y también me llegó lo del aula de jazz cuando lo puso en marcha.
No, si cabezón ya es, pensé.
Sin embargo, lo que son las cosas, la iniciativa prosperó y enganchó a algún que otro soñador, amén de al menos un par de profes del conservatorio que se sumaron al asunto. Y así, con mucho empeño y un buen uso de las redes, fue viendo aumentar la familia hasta conseguir una banda de excelente calidad que empezó a ser relativamente conocida por la zona.
Y luego, claro, y para que yo no tuviera que tragarme el mensaje desalentador que no quise darle, vino lo de la big band.
En la Tudela de Toquero.
Y es por eso que suscribo hasta la última coma las palabras que Diego le dedicó en el concierto de Navidad que ofrecieron anoche los profesores de la escuela de música. O sea que ha cambiado el panorama musical de la ciudad de manera notoria y además en un tiempo récord. Porque nos ha demostrado con su maestría y su tesón que en este pueblo existe mucha más inquietud hacia las músicas “minoritarias” de lo que se pensaba. Y eso es muy esperanzador, y más en los tiempos que corren y con el panorama sociocultural que existe (y el que se nos viene). Y, sobre todo, ha confirmado contundentemente que lo de “querer es poder” no es una frase hecha. Y que se puede apostar por hacer cultura de calidad en los pequeños núcleos con una dignidad sobresaliente.
Y eso tiene un mérito del copetín.







