YO, ME, MI... CONMIGO MISMA
Ese romanticismo adolescente
de ver amanecer acompañada
se va quedando poco a poco en nada
cuando la madurez se hace presente.
No negaré que mola eventualmente
una cabeza más sobre la almohada
pero, si es de manera continuada
puede volverse contraproducente.
Y es que, pasando ya de los cuarenta
empiezan a dolerte tantos huesos
que el más mínimo roce te violenta.
Y luego compartir nevera y cuenta
y primos, y alquiler, y rollos de esos:
Que no, que no... que así estoy muy contenta.
#SafeCreative Mina Cb
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