SER AMIGOS
En cierta ocasión quedé con un chico bastante guapo. Era una de esas citas que se van aplazando, un “ya quedaremos” que nunca se concreta hasta que un día, de repente, se alinean los planetas y se da el encuentro.
El chaval se sabía atractivo y se notaba. Iba bien vestido y al llegar me saludó con una amplia y bella sonrisa. Llevaba barba de dos días y los rizos húmedos, y olía bien. Al acercarme a él me dio dos besos y me agarró de la cintura. Algo normal de no ser porque, una vez acabado el saludo, no retiró la mano, cosa que hice yo.
Pero el mensaje no debió quedarle claro puesto que casi de inmediato volví a sentir su brazo alrededor de mí. Me zafé de nuevo sin decirle nada y nos fuimos a uno de esos bares irlandeses que tienen mesitas de madera con bancos a los lados. Me senté frente a él y él se cambió de sitio, acomodándose a mi lado y volviendo a colocarme la mano en el costado. Esta vez a mi gesto de retirar su brazo se unió una expresión de descontento. Pero tampoco lo entendió. Sacó el móvil para enseñarme algo y comprobé con sorpresa que llevaba fotos mías (de mi face). Me lo puso ante la cara y yo le pregunté qué pretendía. “Hacerte una foto”- contestó. Yo le advertí que ni se le ocurriera. Para entonces el chico, incapaz quizá de comprender que su atractivo no surtiese efecto en mí, andaba un tanto ansioso y se lanzó sobre mi cuello sin pedir permiso. Le rechacé, me acabé la cerveza y le dije que me iba. Me preguntó si me importaba acercarle a casa con el coche. Tenía bastante claro que el ataque era improbable así que lo llevé. Al llegar a su calle me insistió de nuevo y de nuevo rehusé. Él remachó que solo quería ser mi amigo, cosa que me había repetido varias veces a lo largo de la cita. Y me preguntó si volvería a verme. Le respondí que no. Me preguntó por qué y argumenté que no quería ser mi amigo. Que los amigos no te intentan meter mano y que, de hacerlo, respetan tu voluntad si tú no deseas tener nada con ellos. Y que él lo que quería era follar. Y que yo no. Y arranqué, pensando en la inutilidad de haber intentado explicarle que teníamos distintas visiones acerca del concepto “ser amigos”.
No volví a tener noticias suyas.
#SafeCreative Mina Cb
En cierta ocasión quedé con un chico bastante guapo. Era una de esas citas que se van aplazando, un “ya quedaremos” que nunca se concreta hasta que un día, de repente, se alinean los planetas y se da el encuentro.
El chaval se sabía atractivo y se notaba. Iba bien vestido y al llegar me saludó con una amplia y bella sonrisa. Llevaba barba de dos días y los rizos húmedos, y olía bien. Al acercarme a él me dio dos besos y me agarró de la cintura. Algo normal de no ser porque, una vez acabado el saludo, no retiró la mano, cosa que hice yo.
Pero el mensaje no debió quedarle claro puesto que casi de inmediato volví a sentir su brazo alrededor de mí. Me zafé de nuevo sin decirle nada y nos fuimos a uno de esos bares irlandeses que tienen mesitas de madera con bancos a los lados. Me senté frente a él y él se cambió de sitio, acomodándose a mi lado y volviendo a colocarme la mano en el costado. Esta vez a mi gesto de retirar su brazo se unió una expresión de descontento. Pero tampoco lo entendió. Sacó el móvil para enseñarme algo y comprobé con sorpresa que llevaba fotos mías (de mi face). Me lo puso ante la cara y yo le pregunté qué pretendía. “Hacerte una foto”- contestó. Yo le advertí que ni se le ocurriera. Para entonces el chico, incapaz quizá de comprender que su atractivo no surtiese efecto en mí, andaba un tanto ansioso y se lanzó sobre mi cuello sin pedir permiso. Le rechacé, me acabé la cerveza y le dije que me iba. Me preguntó si me importaba acercarle a casa con el coche. Tenía bastante claro que el ataque era improbable así que lo llevé. Al llegar a su calle me insistió de nuevo y de nuevo rehusé. Él remachó que solo quería ser mi amigo, cosa que me había repetido varias veces a lo largo de la cita. Y me preguntó si volvería a verme. Le respondí que no. Me preguntó por qué y argumenté que no quería ser mi amigo. Que los amigos no te intentan meter mano y que, de hacerlo, respetan tu voluntad si tú no deseas tener nada con ellos. Y que él lo que quería era follar. Y que yo no. Y arranqué, pensando en la inutilidad de haber intentado explicarle que teníamos distintas visiones acerca del concepto “ser amigos”.
No volví a tener noticias suyas.
#SafeCreative Mina Cb
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