domingo, 15 de noviembre de 2015



JIUSTON… TENEMOS UN PROBLEMA

A ver… no nos las demos de nuevas que esto se veía venir desde hace tiempo. De hecho, los científicos llevan años denunciándolo. Pero nada. Ni puñetero caso. Y es que esa gente no tiene ninguna credibilidad. Que no se pueden dar avisos en las revistas serias. Ni intentar divulgar a través de publicaciones dirigidas a eruditos. En fin… que si uno quiere que le escuchen, y sobre todo que le crean, adonde tiene que ir es al “Sálvame”. Con la bata blanca, los guantes de látex y la probeta en el bolsillo. Y unas gafas de esas de ver de cerca colgando del puente nasal y una melenilla a lo Einstein, de esas que salen sólo de los laterales y que llevan vida en su interior. Y gritar como un poseso. Y ya haría años que el problema estría resuelto. Pero así no hay forma. Y claro, la población no se conciencia y al final pasa lo que pasa: que te vas un día al campo con la barbacoa y para cuando te quieres enterar te ha caído la antena de un satélite encima del chuletón. Y claro, no es plan de comérselo, que a saber qué o quién habrá tocado el artefacto ese. O dónde habrá estado metido durante los últimos diez años. Y qué porquerías le habrán llovido encima. Y es que ya ni pasear tranquilamente vamos a poder. Porque por ahí arriba hay tanto escombro que tienen overbooking y la atmósfera, que va estando ya de nosotros bastante hasta los huevos, parece haber decidido empezar a soltar lastre. Y no me extraña. Porque con tanto teléfono, tanta tele y tanto observatorio, lo del espacio exterior se ha debido reconvertir en un piso-patera. Y ya no cabe más basura. Pasa como en la tierra pero con la diferencia de que allí no tienen quien gestione el reciclaje. Y claro, los desperdicios se van cayendo así como que tontamente, al tuntún de los tuntunes y en plan maricón el que no se aparte. Que el día menos pensado sales a la calle y te llueve, qué se yo, el cadáver incorrupto de la perrita Laika. Y con suerte, porque me temo que el can es lo menos pesado que la raza humana ha enviado hasta ahí arriba. De todos modos, no nos está mal empleado. Por marranos. Por andar llenando el cielo de guarradas. Y por no hacerles caso a los científicos. Que llevaban años advirtiéndolo. Desde luego que otro gallo nos hubiera cantado de haber mandado en cada expedición a los tripulantes con sus madres. Porque vamos, una madre no deja a su hijo volverse a la Tierra hasta que no recoja toda la basura de la Vía Láctea.

Aunque no la haya tirado él.

#SafeCreative Mina Cb

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