DIFERENCIAS INSALVABLES
Querida Salomé:
Sé que podrás perdonar la cobardía de no acudir a la cita y despedirme de ti por medio de esta nota, pero mi decisión es firme y temo que si te la comunicase personalmente insistirías en que siguiésemos viéndonos y no me gusta tener que desairar a una mujer.
Una sola cita ha sido suficiente para cerciorarme de que no estamos hechos el uno para el otro y de que nuestra relación estaría condenada a fracasar más tarde o más temprano. Tú aún eres joven. Con tus veintisiete años estoy seguro de que encontrarás muchos pretendientes, pero yo, como bien sabes, rondo los sesenta y no tengo ya edad de andar en tentativas. No obstante, quisiera agradecerte ese interés que mostraste por mi estado de salud, preocupándote de saber si tomaba algún medicamento o si había sido sometido a alguna operación. Agradezco también tu comprensión acerca de la pésima relación que tengo con mis hijos. No es fácil que una mujer entienda que un padre ha echado de casa a sus dos vástagos con una mano detrás y otra delante, y más cuando éste goza, como es mi caso, de una posición económica más que desahogada. Ya ves tú… mi pobre mujer, que en gloria esté, no supo entenderlo. Y los chicos al final la mataron a disgustos. Por eso me agradaron tanto tu aquiescencia y tus afirmaciones acerca de los deberes de obediencia de los hijos para con los padres. No es algo habitual en una chica joven y moderna como tú. Porque eso fue otra cosa que me gustó: tu mentalidad tan cercana a la mía pese a tu juventud; esa madurez rayana al conservadurismo con que adornas tu sensual belleza y tu elegante porte. Y esos modales exquisitos de gran dama, más meritorios todavía si consideramos que provienes de una familia de la clase media.
Pero, y pese a todo el corolario de virtudes que te adornan, considero que eres demasiado para mí. Demasiado mujer para mí. Y es que tu pasión es tan arrolladora que a punto estuvo de darme otro infarto. Ya no tengo corazón ni edad para esos juegos eróticos. Ni para esa lencería. Ni para una cena con champagne y marisco. Aunque tú me dijeras que un día es un día y que estoy hecho un chaval. Y créeme que no me importaría guardarte como amiga, y quedar de vez en cuando y tomarnos unos whiskys y más tarde pasar la noche en un hotel. Pero no es eso lo que quiero. Lo que yo estoy buscando es una mujer madura y un tanto aburrida si me apuras con la que terminar mis días y junto a la que morir en paz. De modo que te libero de tus preocupaciones, que me consta que las tenías, acerca de las habladurías que iba a tener que soportar por elegirte como esposa, al tiempo que te dejo en libertad para que puedas encontrar hombres más jóvenes que estarán sin duda dispuestos a satisfacerte, cosa que a mí me es imposible hacer.
Un abrazo,
Anselmo
Pd: Lamento profundamente que, siendo tan joven, hayas tenido ya la desgracia de enviudar dos veces. Es por ello que insisto en que elijas parejas más jóvenes y que no tengan problemas de salud.
#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Torrisi Anne Marie artiste peintre médiumnique
Querida Salomé:
Sé que podrás perdonar la cobardía de no acudir a la cita y despedirme de ti por medio de esta nota, pero mi decisión es firme y temo que si te la comunicase personalmente insistirías en que siguiésemos viéndonos y no me gusta tener que desairar a una mujer.
Una sola cita ha sido suficiente para cerciorarme de que no estamos hechos el uno para el otro y de que nuestra relación estaría condenada a fracasar más tarde o más temprano. Tú aún eres joven. Con tus veintisiete años estoy seguro de que encontrarás muchos pretendientes, pero yo, como bien sabes, rondo los sesenta y no tengo ya edad de andar en tentativas. No obstante, quisiera agradecerte ese interés que mostraste por mi estado de salud, preocupándote de saber si tomaba algún medicamento o si había sido sometido a alguna operación. Agradezco también tu comprensión acerca de la pésima relación que tengo con mis hijos. No es fácil que una mujer entienda que un padre ha echado de casa a sus dos vástagos con una mano detrás y otra delante, y más cuando éste goza, como es mi caso, de una posición económica más que desahogada. Ya ves tú… mi pobre mujer, que en gloria esté, no supo entenderlo. Y los chicos al final la mataron a disgustos. Por eso me agradaron tanto tu aquiescencia y tus afirmaciones acerca de los deberes de obediencia de los hijos para con los padres. No es algo habitual en una chica joven y moderna como tú. Porque eso fue otra cosa que me gustó: tu mentalidad tan cercana a la mía pese a tu juventud; esa madurez rayana al conservadurismo con que adornas tu sensual belleza y tu elegante porte. Y esos modales exquisitos de gran dama, más meritorios todavía si consideramos que provienes de una familia de la clase media.
Pero, y pese a todo el corolario de virtudes que te adornan, considero que eres demasiado para mí. Demasiado mujer para mí. Y es que tu pasión es tan arrolladora que a punto estuvo de darme otro infarto. Ya no tengo corazón ni edad para esos juegos eróticos. Ni para esa lencería. Ni para una cena con champagne y marisco. Aunque tú me dijeras que un día es un día y que estoy hecho un chaval. Y créeme que no me importaría guardarte como amiga, y quedar de vez en cuando y tomarnos unos whiskys y más tarde pasar la noche en un hotel. Pero no es eso lo que quiero. Lo que yo estoy buscando es una mujer madura y un tanto aburrida si me apuras con la que terminar mis días y junto a la que morir en paz. De modo que te libero de tus preocupaciones, que me consta que las tenías, acerca de las habladurías que iba a tener que soportar por elegirte como esposa, al tiempo que te dejo en libertad para que puedas encontrar hombres más jóvenes que estarán sin duda dispuestos a satisfacerte, cosa que a mí me es imposible hacer.
Un abrazo,
Anselmo
Pd: Lamento profundamente que, siendo tan joven, hayas tenido ya la desgracia de enviudar dos veces. Es por ello que insisto en que elijas parejas más jóvenes y que no tengan problemas de salud.
#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Torrisi Anne Marie artiste peintre médiumnique
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