TRES FANTASÍAS
No eran Hansel y Gretel pero aquello no pintaba bien. Salieron a estirar las piernas y la cosa se les acabó yendo de las manos. Se hizo de noche y empezó a diluviar. Y no escampaba. Y además habían malgastado las baterías de sus teléfonos en hacerse fotos chorras para colgarlas en Instagram y ahora estaban solos ante la borrasca y sin un mal mega con que tirar de GPS.
La vieron a lo lejos y sintieron lo que Lawrence de Arabia debía sentir al tropezarse con un oasis lleno de palmeras. Era macabra de flipar, con esos reflejos color sangre que titilaban, tétricos, a la luz de los relámpagos. Tenía pinta de ser ese lugar, como habían fantaseado muchas veces, en el que uno se encuentra al hombre ahorcado o a la mujer muerta o el maletín abandonado por los narcos. O a los tres a un tiempo. Pero en aquel momento, empapados y con las botas hundidas en el barro, se les antojó una sucursal del Palace.
Y allá que se fueron, al trote y casi sin pensar.
La puerta cedió al instante. Olía fuerte pero por lo menos no llovía. El suelo de madera crujía, atacado por la carcoma y la humedad, y la chimenea tenía pinta de haber sido utilizada no hacía demasiado tiempo. Del piso de arriba llegaba un fuerte olor a rancio que, más que asustarles, les avivó la curiosidad. Hoy nos toca, decían, entre risas nerviosas... hoy nos encontramos el cadáver. Y seguían ascendiendo pensando en el gato, el perro, la paloma o cualquiera de las alimañas que se apropian de lugares como este y abandonan en ellos la existencia. Hasta que al llegar a la cocina una nube de insectos les salió al encuentro, casi cubriendo por completo los restos de dos seres que parecían haberse enzarzado en una lucha sin cuartel y a cuyos pies reposaba, insólito y desafiante, un maletín repleto de dinero.
#SafeCreative Mina Cb
Imagen: Héctor Aliod
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