CUARENTENA
Ya sé que lo que vas a leer suena un poco macabro pero tiempo al tiempo. Y es que dándole a la cabeza con lo de la cuarentena del hotel de Canarias, a una se le ocurre pensar que también es mala suerte que una circunstancia de esas te pille trabajando. Que no sé: te podría coger en el gimnasio, o en un curso de cocina, o en un sexshop, que tampoco es mal sitio... o en un concierto de Sabina, de buen rollo, ahí, con tus colegas. Y en Madrid. Que si te pasa en un concierto de Sabina no puede ser más que en Madrid. Pero que una desgracia así te pille en el curro es el colmo de la mala suerte. Porque a bien que te lleves con la peña pues a ver... un encierro es un encierro, y es muy fácil que en esa circunstancia el personal no sea capaz de dejar de lado el tema de los roles y se líe parda. Que ya me veo al agonías de turno aullando eso de “Vamos a morir todos”, y al jefe cogiendo una antorcha y gritando: “El que quiera vivir, que me siga”. Que otra cosa es adónde, porque si te encierran ya me contarás tú a mí. Y que un empleado se niegue, yo que sé, a comerse la sopa y le caiga un expediente por insubordinación. Y luego que seguro que los de la dirección general aprovechaban y montaban un cursillo. Por videoconferencia, que no hay riesgo de contagio. Y oye, algo hay que hacer con el tiempo libre.
Y eso por no hablar de Telecinco, que les iba a costar lo que se dice nada mandar allí una unidad móvil con un puñado de cámaras enmascarillados para retransmitir la cosa. Que parece broma pero al tiempo. Que hay quien por dinero vende lo que sea. Y de repente tu madre, que mira que le habías insistido a tu marido en que no le dijera nada porque la mujer está delicada del corazón, te ve por la pantalla con el traje de cirujana y las pantuflas de plástico y dice: “¡Esa es mi hija, esa es mi hija!” y todo el mundo: “Que no, que no; que es una actriz que se le parece mucho”. Y tu madre, que te reconocería hasta con burka y zancos, a lo suyo: “¡Que nooooo! ¡Que nadie conoce a su hija mejor que una madre!” y al final a la mujer le da un parraque y uno de los cámaras, que tenían prohibido mencionártelo, lo suelta y te sobreviene un ataque de nervios porque no te dejan salir a verla y cuando tu jefe intenta a la fuerza que te tomes un Tranquimazil te pones en plan Hanníbal Lecter y al acabar la cuarentena te llevan a la preventiva en un furgón de los Forales.
Eso sí: más sana que una pera.
#SafeCreative Mina Cb
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