HÚMEDO
Sálvese quien pueda. Llega el apocalipsis y la ciudad se contorsiona como una gimnasta novata que no acaba de hallar la posición correcta y aúlla de dolor a cada instante. El cielo se algodona y arde a un tiempo y las nubes juegan a fugar en esfumatto, como si un artista italiano estuviera detrás, con los pasteles, emborronando el gris y el amarillo. Las copas de los árboles se agitan, temblorosas, y repliegan las flores sus corolas. El ladrillo se torna anaranjado y los faros de los coches centellean a lo lejos, ridículas luminarias anodinas que tiemblan bajo el resplandor del rayo. Y el aire aúlla y se arrebola y el asfalto se enturbia y se estremece y el tibio enmohecido perfume de la lluvia se expande por la atmósfera y se adueña de la tarde.
Se acerca la tormenta.
#SafeCreative Mina Cb
Imagen: J Miguel Jimenez Arcos
Sálvese quien pueda. Llega el apocalipsis y la ciudad se contorsiona como una gimnasta novata que no acaba de hallar la posición correcta y aúlla de dolor a cada instante. El cielo se algodona y arde a un tiempo y las nubes juegan a fugar en esfumatto, como si un artista italiano estuviera detrás, con los pasteles, emborronando el gris y el amarillo. Las copas de los árboles se agitan, temblorosas, y repliegan las flores sus corolas. El ladrillo se torna anaranjado y los faros de los coches centellean a lo lejos, ridículas luminarias anodinas que tiemblan bajo el resplandor del rayo. Y el aire aúlla y se arrebola y el asfalto se enturbia y se estremece y el tibio enmohecido perfume de la lluvia se expande por la atmósfera y se adueña de la tarde.
Se acerca la tormenta.
#SafeCreative Mina Cb
Imagen: J Miguel Jimenez Arcos
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