sábado, 28 de enero de 2017

 



¡¡¡Y ZAS!!!

Voy a dejarlo, me digo…
Y me apunto a terapias,
hago yoga y pilates,
técnicas orientales de relajación
muscular y física.

Me tumbo en el suelo,
las rodillas flexionadas,
las vértebras en línea,
el cuello arqueado levemente,
la cabeza elevada
y un poco inclinada hacia atrás…

Y cierro los ojos
y respiro hondo
y siento cómo todo mi cuerpo se relaja:
inspiro y… ¡Zas!
los dedos de los pies…
inspiro y… ¡Zas!
los talones…
inspiro y… ¡Zas!
los tobillos…

Más tarde, zas… zas… zas…
las piernas, las rodillas y los muslos…
Zas, zas, zas…
las caderas, el vientre, los dedos de las manos…
Zas, zas, zas…
los brazos y los hombros, el cuello, las orejas…
Zas, zas, zas….
sólo me falta ella

Y zas, zas, zas…
Zas, rezás y requetezás…
Y zas y zas…
¡¡¡Y zas he dicho!!!
Y nada, no hay manera…
no hay terapia que valga…
Abro un ojo y miro en torno a mí:
toda la gente dormita,
feliz y relajada…
el cuerpo distendido,
ausente la cabeza, en fuga las ideas…

Y yo que zas, zas, zas…
Y mis sienes ardiendo,
y el cráneo que ahora es una gran marmita
donde hierven, bullentes,
bailonas, juguetonas,
las ideas que nunca echan la siesta,
que nunca se van de vacaciones,
que no entienden de zenes ni gurúes…

“Tengo que hacerlo”, me digo…
“Tengo que dejarlo…
Tengo que ser normal, domesticarme,
tengo que adormecer mi fantasía…
tengo que relajarme”, me repito.

Y entono el mantra…
“Oooooooommmmm”
y me concentro,
y casi lo consigo, pero el vuelo
de una leve pelusa
me trasporta al país donde las hadas
han provocado
con el fin de desorientar a los dragones
una violenta tempestad de nieve
que permitirá abrirse paso a un ejército de unicornios
que finalmente abatirán al adversario…

Mi cerebro y el zen… ese conflicto.

#SafeCreative Mina Cb

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